Piensa en grande (nos dijeron siempre), y si, puede ser inspirador, pero pensar en grande a veces agobia.
Ver el objetivo tan lejos, tan grande… a veces lo hace más difícil. Se siente «inalcanzable». Y puede que nos de pereza ponernos a ello, nos de miedo, nos rindamos antes de alcanzarlo o incluso de intentarlo.
Pero… ¿y si probamos algo distinto?
¿Y si pensar en pequeño fuese el verdadero comienzo hacia lo grande?
Cuando la atención se enfoca en lo pequeño, en el detalle, en lo manejable… todo cambia.
Ahí está la verdadera grandeza.
Vas cogiendo confianza. Un paso, otro, otro más.
Avances reales, concretos.
Que nos dan seguridad, que nos hacen sentir capaces. Y cuando eso pasa, todo se siente un poco más posible.
Y tal vez, sólo tal vez, lo grande llegue solo.
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