¿Por qué las relaciones intensas se sienten más reales?
Muchas personas sienten que cuando una relación no es intensa, apasionada o desbordante, carece de “verdadero amor”. Nos cuesta disfrutar de los vínculos más tranquilos y regulados porque, cultural y emocionalmente, hemos aprendido a asociar amor con intensidad.
Desde jóvenes, solemos vivir relaciones amorosas llenas de altibajos, discusiones, reconciliaciones dramáticas, celos y grandes gestos.
También es algo de lo que estamos rodeados, cine, series, libros o letras de canciones que nos llevan a «romantizar» este tipo de vínculos.
Todo esto activa nuestro cerebro con emociones fuertes, generando la sensación de que esos amores son más profundos o reales. Sin embargo, esta intensidad no siempre es amor sano: muchas veces es inestabilidad emocional, dependencia o toxicidad.
Además, los mitos del amor romántico refuerzan esta idea. Se nos enseña que amar es “perder la cabeza”, sufrir por la otra persona, necesitarla como aire, experimentar celos como prueba de amor o echar de menos hasta el dolor.
Entonces, cuando en la adultez tenemos relaciones estables, seguras, sin tantas subidas y bajadas, nos parecen aburridas, superficiales o incluso frías. Desprovistas de pasión.
La realidad es que un amor sano no es una montaña rusa emocional. Las relaciones tranquilas, donde hay diálogo, cuidado, respeto y calma, pueden parecer menos intensas pero son mucho más profundas y reales. Están basadas en la seguridad y la regulación emocional, no en la ansiedad ni en el miedo a perder a la otra persona.
Aprender a sentirnos vives en la calma es un desafío, porque implica desaprender años de ideas sobre el amor romántico y dejar de confundir amor con intensidad. Amar con calma no significa amar menos; significa amar desde un lugar seguro, maduro y libre, donde no necesitamos sufrir para sentir que algo es verdadero.
¿Qué opinas?
Te leemos
Síguenos en nuestras redes