B. Albalat psicología

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Síndrome de las dos pantallas

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Hoy vamos a hablaros del síndrome de las dos pantallas. Pero antes vamos a hablar de la atención.

Es necesario estar atentx a lo importante.

Atención quiere decir “tender hacia”, dirigir mi interés hacia algo, ya sea un objetivo, lxs otrxs o yo mismx.

Ayer fui al cine.  Antes de pasar a la sala, la persona que me acompañaba quiso ir al baño y yo me quede esperando fuera.

A mi lado había un chico de unos 40 años apoyado en la pared y mirando el móvil.

Me imaginé que también estaba esperando que alguien saliera del baño. Y efectivamente así fue.

Al momento salió un niño de unos 7 años, se le acercó y le dijo “Papá, ya”

El padre, sin levantar los ojos del móvil, le contestó moviendo la cabeza indicándole que se había enterado. El niño estuvo un rato a su lado y después volvió a entrar al baño. Volvió a salir, se le acercaba, se le abrazaba a las piernas y el padre no se movía seguía atendiendo a lo que fuera llamaba su atención en la pantalla del móvil.

Al final, el niño, empezó a pegarle pequeños golpecitos en las piernas para conseguir llamar su atención hasta que el padre apagó el móvil y le dijo «¿Qué haces?, mira que eres pesado»

Le cogió de la mano y se fueron hacia su sala.

Cuando dirigimos la atención hacia algo, nos concentramos y, aunque creamos que no, lo demás deja de cobrar importancia, se difumina o incluso desaparece, porque si no, nos distrae y no nos permite disfrutar de lo que hacemos.

Cuando estás con alguien compartiendo tu tiempo, si eso es lo que has elegido hacer, es necesario dirigir tu atención hacia ese alguien. Además de ser un acto de generosidad favorece la empatía, la compasión, y el conocimiento de uno mismx.

En este caso aunque el niño este en el baño hay que seguir atendiéndole, esperándole y recibiéndole. Estar esperándolo es cruzar con él la mirada cuando salga del baño, ser tú quien se dirija hacia él, hacerle ver que estás ahí. Eso hace que disfrutes de esa tarde de cine, que tú has decidido pasar con tu hijo.  De la otra manera ya entras enfadado en la sala y aunque no lo creas, él también lo acusa, y  lo que era un plan chulo y divertido juntos ha dejado de serlo.

Existen miles de ejemplos.

El síndrome de las dos pantallas

¿Qué es el Síndrome de las dos pantallas? Aunque el nombre es muy ingenioso no se trata de ningún síndrome.

El síndrome de las dos pantallas es una manera coloquial de describir una forma de comportarse en una determinada situación, hoy por hoy muy cotidiana. Os cuento: Estar viendo la tele (1ª pantalla) en familia, con tu pareja o amigxs para disfrutar juntxs de una peli, un partido o lo que sea y estar al mismo tiempo cada unx mirando su móvil (2ª pantalla).

En esta situación,  la realidad es que  nadie ve la tele, nadie atiende a la peli o al partido o a lo que sea  aunque levante la vista de vez en cuando, y diga cualquier cosa para hacer ver que sigue ahí .Y si nadie ve la tele, no se comenta, ni se ríe, ni se disfruta juntxs. Se está compartiendo espacio físico, eso sí, pero cada unx está solx.

Para relacionarte, es necesario compartir el mismo foco de atención. Porque la atención no se divide, o atiendes a la tele y a los demás que han ido a verla contigo o atiendes al móvil.  No atendemos a varias cosas a la vez, cambiamos el foco de atención simultáneamente y eso implica mucha concentración y es cansado, con lo cual acabaremos distrayéndonos.

Además también tenemos que atendernos a nosotros mismxs. Conectar con nuestras intuiciones, creencias  valores y  poder saber quién soy y lo que me gusta  o necesito. Para y dedícate el tiempo preciso para organizarte, decidir, crear, leer desayunar, o lo que quieras.

Averigua que es para ti lo valioso, en que te merece la pena involucrarte. Enfoca ahí  y no te distraigas, estate muy atentx. Con ello  podrás sentirte satisfechx, de ser quien eres, de lo que quieres y de lo que haces.

Para disfrutar de las cosas no hay  atender a todo, es imposible. Sólo hacerlo en  lo que para ti merece la pena.

Como decía el maestro Yoda:

“Tu enfoque determina tu realidad”

Artículo escrito por Begoña Peraita

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