Eres una persona privilegiada y no pasa nada. A veces sentimos culpa por tener privilegios. A veces nos hacen sentir que no los merecemos. Pero aquí va una verdad importante:
El privilegio no se gana, se recibe
No depende de tu esfuerzo.
Depende de factores aleatorios:
Dónde naciste
Qué oportunidades tuviste
Qué color de piel tienes
Cuál es tú género y orientación…
Tener privilegios te facilita la vida, aunque muchas veces ni lo notes. Porque lo “normal” para ti, no es lo normal para todos. Como la discriminación sutil, que sólo nota quien la vive, el privilegio también puede ser invisible… si eres quien lo tiene.
Entonces… ¿Qué hacer con él? No puedes ganártelo, pero sí puedes decidir cómo usarlo…
Y eso si es meritorio.
Tomar conciencia es el primer paso. Reconocer lo que tienes, agradecerlo, y usarlo con responsabilidad.
Porque el privilegio es un regalo, y un regalo bien usado, puede abrirle la puerta a otros.
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